miércoles, 25 de febrero de 2009

¡Velad, pues no sabéis ni el día ni la hora!


Hace unos 10 días falleció todo un peregrino en el sentido profundo de la palabra, el que le da nombre a este blog. Pablo Domínguez era muchas cosas, una gran persona, un gran filósofo, un gran teólogo…pero sobre todo era un gran sacerdote. Quien le haya conocido sabía qué idea tenía de la vida y de la muerte. Pablo tenía el Amor de Dios ardiendo en su corazón, sabía que gana la vida quien la entrega y daba gloria a Dios en todo lo que hacía porque era muy consciente de Su gran Amor. La idea de “los cristianos no somos aburridos que no hacen nada o activistas que sólo se preocupan de hacer muchas cosas sin pasarse a reflexionar porqué sino que somos enamorados de Cristo” era algo que tenía muy claro, así como que “lo que en el momento de la muerte tiene importancia, la tiene ahora y lo que en ese momento sea accidental, también lo es ahora” porque “sólo Cristo y sólo el Amor es lo importante, sólo Cristo y sólo su Amor es la Vida”. Todo el mundo tenía grandes planes para él, pero está claro que esos quedan ensombrecidos ante el gran plan de Dios, único, eterno y definitivo. ¿Qué valor tiene la gloria terrena frente a la gloria de Dios? Pablo conocía la diferencia y desde siempre se afanó en emplear sus abundantes dones al servicio de Dios.
Que la vida y muerte de Pablo nos recuerden qué es lo importante y nos ayude a volvernos más Cristo. El grano para que de fruto ha de morir y estoy convencida de que Pablo dará mucho fruto con su vida y con su intercesión ahora que está más cerca del Padre.
Ya sólo el hecho de que el día que falleció subiese a un pico y celebrase la eucaristía (esa era su costumbre) como una ofrenda cósmica en el Templo de la Creación dice mucho.
Yo mientras tanto, como no se ni el día ni la hora intentaré recordar estas enseñanzas más cada día y tener mi lámpara bien provista del aceite que la Cuaresma que hoy empieza me facilita.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Bienvenida al mundo de los blogs. Te le heido a través de tu comentario. Mucha suerte ! Tus dos primeras entradas promenten. Yo no conocí a este sacerdote personalmente, pero me han llegado referencias de sacerdotes amigos suyos. Debía ser un muy buen sacerdote. Además leí la homilía del Cardenal Rouco en el funeral. Debía quererle mucho. Rezaremos por él.

eligelavida dijo...

No conocí a don Pablo Domínguez, pero por lo que he leído en distintos blogs, dejó una gran huella en aquello que trató. El Cardenal Rouco recordaba hace unos días sus palabras: “Todos tenemos un “día y hora” que el Padre –en su eternidad– conoce. Me interrogo: ¿no deberíamos esperar ese día con el mismo entusiasmo, ardor, deseo y sobrecogimiento ante el Don que nos espera, con que esperamos los acontecimientos de Consagración de esta vida? Suplico al Espíritu Santo que nos conceda mirar ahora nuestra vida con los ojos y el corazón que tendremos en ese momento último y definitivo: ¡Lo que en el momento de la muerte tiene importancia, la tiene ahora! ¡Lo que en ese momento sea accidental, también lo es ahora!”

Hawwah dijo...

Gracias por la bienvenida Rosa :)
Sí, la cita de la entrada está sacada del texto que leyó el Cardenal en la homilía del funeral, bellísima homilía, por cierto, que ayer me enteré que iba dirigido a las Clarisas de Lerma, de las que era director espiritual, a las que normalmente llamaba pero que la última vez las escribió :)
Yo tuve la suerte de que fuera sacerdote en mi parroquia desde que me acuerdo. De hecho, hasta hace un año o así solía ir siempre a misa a la hora en la que él celebraba :)